miércoles, 11 de febrero de 2009

GLORIA FUERTES: UN HOMENAJE



Bueno, aquí estoy de nuevo después de unas navidades "glorianas", vuelvo para colgar aquí el dosier del homenaje que en la librería le hicimos a Gloria; ya dije que volvería con más textos, y dentro de poco con algunas fotos, Gloria se lo merece.




Homenaje a Gloria Fuertes
Por Simón Abraham Stevenson

Librería Bertrand Alcalá de Henares
Jueves 29 de Enero de 2009



GLORIA FUERTES: UN HOMENAJE




CUANDO EL AMOR NO DICE LA ÚNICA PALABRA
Cuando algo nuestro intacto
se funde y me confunde
-somos uno en dos partes
que sufren por su cuenta-,
desesperadamente algo nuestro se busca
sin ayuda de nada algo nuestro se encuentra.
La unión se realiza,
la ausencia no atormenta,
el dolor se desmaya,
el silencio se expresa
-cuando el amor no dice
la única palabra
está escrito el poema-.
Alto profundo es esto que nos une,
esto que nos devora y que nos crea;
ya se puede vivir
teniendo el alma
cogida por el alma
del que esperas;
pena es tener tan sólo una vida
-sólo una vida es poco
para esto
de querer sin recompensa-.
Gloria Fuertes








GLORIA FUERTES: POETA-INSTITUCIÓN (O LA OTRA CARA DE UNA MISMA MONEDA)

Resulta fácil imaginarse a Gloria fuertes escribiendo ripios y pareados sobre una mesa camilla, engalanada con mantel a cuadros, o recitando poemas con esa voz suya tan grave y profunda, siempre ante un foro de niños expectantes. Pero lo que al día de hoy para muchos no resulta tan fácil de imaginar, es a una Gloria Fuertes vanguardista-postmoderna en sus poemas para adultos. Una mujer de armas tomar, una poeta-institución, como afirma Francisco Nieva en su prólogo a “Mujer de verso en pecho” (1995), y es que más allá de las rimas aparentemente simples, de las imitaciones que de ella hicieran cómicos televisivos, y más allá de su popularidad y reconocimientos dentro de los campos de la prosa y el verso infantil, Gloria Fuertes fue, y sigue siendo, una poeta-institución con una obra para adultos tan poco conocida como inimitable.

Ante los ojos del gran público la señorita Fuertes era la poetisa de los niños, una mujer un tanto extravagante, pero tierna, que de vez en cuando se paseaba por nuestras televisiones con el pelo cano, corbatas coloridas y americanas de hombre. Sí, Gloria era esta mujer, pero también era otra.
Dentro de la poesía española del siglo XX la voz y la obra de Gloria a quedado cómo una férrea isla en mitad de movimientos y corrientes. Su poética, preñada de fuerte personalidad, coraje y emoción, de sencillez comunicadora a la par que velada introspección, ha quedado entre nosotros, como una de las obras más originales e ineludibles de la versificación española del siglo pasado. Decía Camilo José Cela sobre la misma que, “era una de las más sólidas voces de la poesía española”, y no erraba en su juicio el premio Nobel. No muchos, incluso los aficionados a la poesía, conocen el importante legado que Gloria dejó tras de sí. Su obra para adultos parece haber quedado en un segundo lugar, quizás porque hacía ripios ingeniosos, o porque en realidad nunca se la pudo adscribir de forma coherente a ningún movimiento literario o generación. La señorita Fuertes era un poco surrealista, compañera de postistas, poeta joven de postguerra, afín a la generación del 50 y buena amiga de innumerables prosistas y versificadores, de aquellos que hoy son considerados patriarcas de nuestras letras, pero nunca se aferró a ningún movimiento, era libre de ideas e impresiones libres, que con originalidad y elocuencia plasmaba sobre el papel.
Gloria Fuertes es una rara avis culturalmente hablando, y quizás también lo fuera como persona. Era independiente y humilde, nunca gustó de galardones, ni de glorias que no fueran el de su propio nombre. Aunque pudiera parecer huraña, no lo era, si acaso un poco solitaria. Le agradaban las tascas y las fiestas populares, y siempre estar al lado de los desfavorecidos, y a su manera, un tanto “ingenua”, como diría Luís Antonio de Villena, plantarle cara a los potentados y gerifantes. Quizás sus aptitud no fuera sofisticada, ni ella pretendiera la sofisticación, pero era sincera y quería luchar contra la injusticia y enderezar aquello que anduviera torcido, siempre con cariño, y muchísimo respeto.

El pasado 27 de noviembre se cumplieron 10 años del fallecimiento de Gloria Fuertes, y quizás ya sea tiempo de recuperar y dar a conocer a los aún neófitos en “gloriarías”, a esa otra Gloria, madura, antibelicista, profunda y solitaria, de sexualidad ambigua, de intereses comunes, luchadora, castiza de chato de vino, creyente y antieclesiástica, esa mujer, que además, fue el mejor bardo que en nuestro país tuvieron los niños: esa otra cara de una misma moneda.


UNA BREVE BIOGRAFÍA

Gloria Fuertes nació un 28 de julio de 1917, en el seno de una familia humilde y numerosa, siendo la benjamina de ocho hermanos, de los cuales sólo sobrevivieron cuatro. Hija de madre costurera y de padre portero, se crió en el castizo barrio de Lavapiés y en un palacete de la calle Zurbano, donde su padre trabajaba.
No son muchos los datos que se conocen de su infancia y adolescencia, y por extensión de buena parte de su vida, muy especialmente los datos referentes a su ámbito privado. Casi todo lo que sabemos con respecto a ella, se debe a su propia obra. Sus poemas, a menudo autobiográficos, nos revelan los acontecimientos y detalles de su vida que, ella misma evitaba dar a conocer de otra forma. Sabemos, por ejemplo, gracias a un poema suyo, que su madre estuvo a punto de fallecer en su parto, y que la guerra civil marcó, a Gloria niña, de una forma profunda y violenta.
A los tres años fue enviada a un colegio de monjas en la calle Mesón de Paredes, experiencia que ella misma recuerda de forma apesadumbrada: “me llevaron a un colegio muy triste / donde una monja larga me tiraba pellizcos / porque en letanías me quedaba dormida”. Aprendió a leer y a escribir con pronta edad, disfrutando así de cuentos infantiles como el de Pinocho, que fue su favorito, al contrario de otros que le daban miedo. A rasgos generales la infancia de Gloria debió ser una época triste a juzgar por lo que ella misma nos expone en sus versos. Son abundantes los que hacen referencia a ese periodo, dejando entrever en la mayoría de ellos un sentimiento de soledad y pena que la acompañaría siempre. “mi primer juguete –dice en un poema- fue una maquina de escribir / con la que trabajaba copiando direcciones / me pagaban un céntimo por cada sobre”. Gloria fue una niña que trabajaba. En otro poema nos recuerda una de sus labores remuneradas: “cuenta huevos en una granja / me daban una peseta por cada centena que encajaba / y me descontaban los cascados”. A los catorce años escribió sus primeros versos tras haber leído a poetas como Bécquer, Rubén Darío y Gabriel y Galán. A los 15 años comienza a escribir cuentos. Ya en la adolescencia Gloria ha de sufrir los avatares de la guerra que tanto la marcaron y en cierta forma la condicionaron en su desarrollo futuro, tanto personal como profesionalmente: “Se me juntó el primer amor, profundamente sentido, con el follón de la guerra civil... creo que de la exaltación del amor y de la profunda tristeza de los bombardeos, de la guerra y de la muerte, de ese enorme lío nació mi impulso poético...”
En año 1934 fallece su madre, por lo que Gloria tuvo que ponerse a trabajar a tiempo completo, dejando sus estudios en el instituto de Educación Profesional de la Mujer, donde obtuvo numerosos diplomas (Cocina, Bordados a mano y a maquina, Puericultura, Gramática y Literatura, y Corte y Confección).

El primer trabajo serio que obtiene la joven poeta es en una fábrica; Talleres Metalúrgicos, donde se construían obuses destinados al ejercito popular. Durante la contienda, la fabrica fue objetivo de bombardeaos donde Gloria ejercía de contable. Durante aquella época pasó hambre y llegó a pesar tan sólo 40 kilos. La guerra la marcó tanto, que ella misma confeso que si no hubiera sido por esta, quizás nunca se hubiera hecho poeta.

Pasada la guerra, la postguerra no pareció ser mucho mejor, aunque Gloria en los años 40 comenzó a publicar. Cuentos y poemas suyos se vieron editados en revistas para niños y adolescentes como “Chicas”, “Pelayos” y “Maravillas”. De su labor en la revista Chicas nos ha llegado una antología de relatos castizos titulado “el Rastro” editado por la editorial Torremozas en el año 2006. De su paso por la revista “Maravillas” sabemos que logró ser redactora de ésta. También por aquel tiempo comenzó a leer poemas por la radio.

En el año 1942, y a través del trabajo que Gloria desempeñaba en la revista “Maravillas”, conoce al joven poeta Edmundo de Ory, encuentro significativo para la carrera profesional de Gloria. De este encuentro surge el acercamiento de la poeta al movimiento postista, y al grupo de poetas que conformaban dicho movimiento en Madrid. Colabora en las revistas Postismo y Cerbatana junto a Ory, Eduardo Chicharro, hijo y Silvano Sernesi.
En el año 1950 pública su primer poemario, “Isla ignorada” en la colección “isla nueva”
Alrededor de ese mismo años gloria funda en la taberna del ex torero Antonio Sánchez, en la calle mesón de Paredes (lugar que visitaba a diario por aquel entonces), una tertulia de mujeres poetas, junto a María dolores de Pueblos y Acacia Uceta. De estos encuentros surge el grupo “Versos con faldas”, que durante dos años estuvo dando recitales en Madrid.
Gloria colabora en numerosas revistas poéticas del momento: Garcilaso, Mensaje, Rumbos, Poesía española, Alcalá, Acento cultural, El pájaro de paja y Poesía española, estas dos últimas dirigidas por dos de sus amigos, Ángel Crespo y Gabino Alejandro Carrido.
En el año 1952 funda junto a Rafael Mir, Antonio Gala y Julio Mariscal la revista de poesía “Arquero”.
En 1954 publica dos poemarios: “Antología y poemas del suburbio” y “Aconsejo beber hilo”, incluido este último en la efímera colección “Arquero”.
Viendo Gloria la imposibilidad de vivir de su poesía, comienza a prepararse, tomando clases de biblioteconomía e inglés en el instituto internacional de Madrid. Allí conocerá a Philys Turnbull, quien en el año 1961 ayudó a Gloria a obtener una beca con la cual marcha a Estados Unidos a dar clases de literatura española durante 3 años. Antes de dicha beca, y el consiguiente viaje a Estados Unidos, Gloria consiguió terminar su formación en biblioteconomía, con la cual consiguió un puesto de dirección en una biblioteca madrileña.
Aquellos años y su estancia en América fueron los momentos más felices de su vida. Durante su periplo estadounidense, Gloria entre recitales y clases de literatura, escribe sus dos siguientes poemarios: “Que estás en la tierra” (1962) y “Ni tiro, ni veneno ni navaja” (1965).
En 1963 Gloria vuelve a su añorada Madrid, durante un tiempo vivió de dar clases de español a estudiantes norteamericanos en el instituto internacional, y en 1968 publica “Poeta de guardia”, obra fundamental para su consagración y aún hoy considerado uno de sus mejores trabajos. Ese mismo año de 1968 ve la luz su primer libro de cuentos para niños (no olvidemos que ya había publicado en revistas juveniles e infantiles). Este libro, titulado “Cangura para todo” supuso un punto y aparte en su carrera. “Cangura para todo” es reconocido con una mención de honor en el premio Andersen, de enorme prestigio internacional, y considerado el premio Nobel de la literatura infantil. Esto le supuso a Gloria el poder vivir exclusivamente de su trabajo como escritora hasta el día de su muerte.
En 1969 Publica otro poemario, “Como atar los bigotes al tigre” editado en la colección “El Bardo”.
En 1970 aparece publicada “Antología poética 1950-1968” que junto a su posterior “Obras incompletas” (1976) se convertirán en sus libro de poesía para adultos más difundido entre el gran público, gracias en buena medida, a estar publicados por grandes editoriales, el primero por Plaza Janés y el segundo por Cátedra.

Por estos años, y tras haber sido galardonada con la beca Fundación March para literatura infantil, Gloria emprende una nueva empresa, que con estas palabras describe José Luís Cano en su libro “Vida y poesía de gloria fuertes” (1991):
“... su afán de comunicarse con el pueblo la lleva a recorrer España entera –como García Lorca con su teatros universitario La Barraca- dando recitales de sus poemas por cientos de ciudades y pueblos españoles. A veces ocurría que las gentes que patrocinaban sus recitales no disponían de fondos para pagarle, como sucedió en Béjar, donde a falta de honorarios, le regalaron una capa del mejor paño. Fue para Gloria una maravillosa experiencia el ver cómo gentes del pueblo, no pocos de ellos analfabetos, sentían y aplaudían sus poemas. A estos recitales populares se sumaban los que solía dar en Madrid, con igual éxito, en tabernas y pubs. Probablemente ha sido Gloria la única poeta que se ha atrevido a leer sus versos en un pub de los que frecuentan las parejas –recuerdo el de “Lady Pepa” en la calle San Lorenzo-, logrando que estas interrumpieran sus caricias y coloquios para escuchar a Gloria.”

Gloria Fuertes, aún siendo una poeta famosa, que poco a poco se iba introduciendo en los hogares españoles a través de la radio y televisión, no cejó nunca en su deseo de dar a conocer su poesía a píe de calle. Su popularidad se comenzó a disparar en los años 70 y alcanzó el culmen en los años 80. Por aquellos años comenzó a colaborar en diversos programas infantiles de la televisión y la radio. El diario “Pueblo” la designó como la “figura más popular”, recibió numerosos premios por sus trabajos en programas infantiles para Televisión Española y 20.000 niños y niñas la escogieron en votación, como “la mejor escritora para niños”, en un programa televisivo.

Ella no dejó de escribir poemas para adultos, y tampoco dejó de escribirle a los más pequeños, pero su obra infantil, en buena medida, pareció eclipsar sus obras más adultas como “Sola en la sala” y “Cuando amas aprendes geografía” (1973), “Historia de Gloria” (1981), “Mujer de verso en pecho” (1996), “Pecábamos como ángeles” antología (1997) y sus obras póstumas “Gloriarías (para que os enteréis)” (2001), “Es difícil ser feliz una tarde” (2005), y “Se bebe la luz” (2008).

Gloria Fuertes falleció el 27 de noviembre de 1998. Dejó tras de sí amigos, vivencias, amores, una ingente obra infantil, y una sorpresiva obra para adultos que nunca publicó, la cual se ha de sumar a los títulos ya conocidos. Asegura Paloma Porpetta, directora de la fundación Gloria Fuertes, que es mucha la obra de Gloria que aún permanece inédita, y a juzgar por lo desvelado en las recientes publicaciones, podríamos pensar, y no sería descabellado, que lo mejor de Gloria (lo cual es decir mucho), está aún en cajones y carpetas... el tiempo lo dirá.



GLORIA FUERTES: “CASTICIDAD”, URBANÍSMO, ANTIBELICISMO E INJUSTICIA SOCIAL

Gloria fuertes era castiza, sin que llegase a expresar nacionalismo alguno a este respecto. Su espíritu profundamente madrileño y popular, sin ser “nunca localista” cómo señala Francisco Nieva en su prólogo a “Mujer de verso en pecho” (1995), marcó toda la obra de nuestra poeta, ni siquiera los tres años transcurridos en Estados Unidos dando clases de literatura española, a cambio de una sustanciosa remuneración, consiguieron retenerla lejos. Asegura José Luís Cano en su libro “Vida y poesía de Gloria Fuertes” (1991) que la añoranza que esta tenía de su Madrid, su ciudad, fue lo suficientemente fuerte para que ella, en el año 1963, volviera de hacer las Américas. Madrid siempre fue su casa, y así la sentía, aunque hasta el día de hoy no exista calle o biblioteca alguna (aunque sí un colegio público) en la capital del reino que, reconozca y agradezca a la poetisa su “casticidad”.
Habiéndose criado en Lavapiés, sus poemas reflejan su particular gusto e interés profundo por lo mundano, sencillo y popular. En numerosos poemas se reivindica la vida en la calle, (que no vivir en ella), a la cual la propia Gloria estuvo tan apegada. Las verbenas y fiestas populares, las tascas y los bares, salpican sus versos unas veces con tibio goce, y otras con tristeza. Nunca centraba su atención cómo poeta en los eventos y plazas, sino en las personas que pueblan dichos lugares y viven a merced de todo. El verdadero interés de Gloria a la hora de escribir eran las personas, las más desfavorecidas y solitarias. Así escribía ella misma en el prólogo a sus “Obras incompletas” (1976), haciendo referencia a los intereses que le motivaban cómo escritora:
Temas
Hombre-vida, amor-paz, Muerte-Dios, injusticias-guerras, niño-futuro, soledad-tristeza, desamor-angustia, humor-amor y amor otra vez; dicen que son los temas en los que más insito. No soy demasiado descriptora de exteriores. No soy paisajista.
No puedo vivir sin paisaje, pero en mi poesía prefiero el hombre al monte, el niño al árbol. En el campo, sobre la tierra, “pinto” al campesino, al labrador; bajo la tierra, al minero; en el mar, al pescador, al marinero, y en la ciudad me dirijo a todo ser que sufre o goza sobre el asfalto.

Gloria era paisajista de personas, de vidas. Sus poemas están cuajados de apego y dolor por aquellos que deambulan tristes y solos por la calle, de prostitutas y parados, de crítica por el abandono y el desinterés hacia el semejante. Éstos son versos directos, epigráficos y contundentes cual máximas, sin artificios, sin brocados de Damasco, sin arpegios en octava resonante. Así se mostraba y expresaba Gloria, desvestida y destinada a ser ella misma en su trabajo, delatora constante de la injusticia que muchos ignoran mirando hacia otras partes: “cuando un pobre come merluza/ es que uno de los dos está podrido”, sentencia Gloria, concisamente, en su póstuma obra “Glorierías” (para que os enteréis)”(2001).
Madrid, en los tiempos de la posguerra civil, era un lugar por el cual pululaban hombres y mujeres castigados por la pobreza y el hambre. Años después, con la masiva llegada de emigrantes provenientes del campo, la ciudad creció, manteniendo en buena medida su aire de gran refugio un tanto destartalado, aún un poco ruinoso tras la guerra, en el que no siempre era fácil salir adelante, ni encontrar un trabajo. Aquellas visiones-experiencias de gentes que dormían en la calle, en infraviviendas, que buscaban algo que llevarse a la boca, no dejaron de agudizar la mirada de Gloria, quien no podía apartar los ojos de los injustamente maltratados por la vida y el sistema.
La capital se fue recuperando, y los años de desarrollismo y democracia trajeron otros colores, pero Gloria siguió viendo y señalando aquello que parecía querer ocultarse bajo el manto del desigual bienestar económico; drogadicción, violencia, desempleo... Gloria, como hija de la guerra civil y de la posguerra, que siente y empatiza con el prójimo, no podía dejar de atender y acusar los abusos. Sabemos que nunca logró superar el trauma de nuestra contienda civil, y lo tremendamente injusto y absurdo que todo aquello le resultó. En su obra son numerosos los poemas que aluden a las bombas y a los muertos, al hambre y a la orfandad, llegado terriblemente todo ello a su querida Madrid. Y como pequeña muestra de aquel trauma, valga este poema de madurez, editado en “Es difícil ser feliz una tarde” (2005), que viene a demostrar cuan hondo le marcó la guerra:


DESPUÉS DE LA BATALLA
Después de la guerra,
Cuando acabó el ruido,
Salí al campo sin flores
Y miré
Esas posturas que sólo los muertos ponen,
Aquellas sus miradas
Mirando tanto a todo
Los hoyos de su herida
Cubiertos de metralla
Las piernas en el lodo.
Del otro continente
Las madres les llamaban
Y yo grité a las madres
Que estaban allí solos: quietos

En la gris retaguardia
Luchaban por los puestos,
Por los muertos del campo
Luchaban los cuervos.

Aquello era un cementerio
Con muertos al aíre libre.
Un cementerio sin tumbas, sin cruces...


¡¡GLORIA, GLORIA, ALELUYA!!

Gloria era un mujer religiosa, no en el sentido beato de la palabra, sino en otro más coloquial y mundano, tal y como era ella. Nunca fue practicante en un sentido estricto de la palabra, ya que la ortodoxia y rigidez de la iglesia católica no era de su agrado. La señorita Fuertes prefería referirse a Dios como alguien con quien conversar, de hecho, en algunos de sus poemas conversa o simula entablar con la deidad alguna clase de afablemente comunicación.
De forma habitual, Gloria se refiera a Dios como el creador que impotente contempla la desazón y barbarie de su creación predilecta: nosotros. En estos poemas la poeta madrileña, suele ajustar cuentas tanto con el creador como con aquellos que por este hemos sido creados, y que en nuestra estupidez, destrozamos y nos destrozamos. Se diría que en muchos sentidos Gloria en sus poemas se utiliza a sí misma de mensajera metafórica, entre el cielo y la tierra, narrando y acusando, queriendo alcanzar remedos de paz y de orden, los cuales nunca parecían llegar. Para Gloria Dios es a quien agradecer, como indica en estos versos de “Isla ignorada” (1950): “cuando muerdo una manzana /sabrosa y sana / bendigo a Dios.”, pero también a quien compadecer, como se refleja en los primeros versos del siguiente poema, incluido en “Poemas del suburbio” (1954):


ORACIÓN
Que estás en la tierra Padre nuestro,
Que te siento en la pua del pino,
En el torso azul del obrero,
En la niña que borda curvada
La espalda mezclando el hilo en el dedo.
Padre nuestro que estás en la tierra,
En el surco,
En el huerto,
En la mina,
En el puerto,
En el cine,
En el vino,
En la casa del medico.
Padre nuestro que estás en la tierra,
Donde tienes tu gloria y tu infierno...



SOLA EN LA SALA, SOLA EN LA VIDA

La poesía de Gloria fuertes está teñida de una soledad aparentemente irrevocable. Pareciera en muchos momentos, y por la abundancia de este tema en sus versos, que la soledad, la soledad referente a la ausencia del amado, la arrobase y la condujese hacía sí misma. Los momentos más tristes de sus escritos se hallan en aquellas ocasiones en las que libera la expresión de su anhelo por el ser deseado que no llega, que se marcha, que no entiende, que calla o que habla, imbuyendo a la pequeña Gloria (porque parece pequeñita en esos momentos) en una oscuridad, de la que se diría le cuesta salir, algo raro en ella habitualmente positiva en sus temáticas y resoluciones versificadas tan echadas “pa´lante”.
Gloria pide amor, no meramente el fraternal o amigable, el cual ya indica en muchos de sus escritos y que parece tener, sino ese otro que da fuerzas, que convulsa el corazón para realizar las más altas gestas, y te da aíre para poder respirar; ese amor del cuerpo y del espíritu que uno desea ver integrar en sí: un amor de carne, podríamos decir.
“la muerte es una costumbre de la vida. En las guerras pasa a vicio. Oye, si me prestas tus manos hago un milagro.” Se expresa así Gloria en su poemario “Poeta de guardia” (1968), quien en muchas ocasiones pide algo del amado, cómo si careciera en demasía de los cariños que la sustentan. En otros momentos escritos la resignación se apodera de ella, de igual manera que aquel que ha perdido excesivas batallas pero aún se resiste a perder la guerra:



CARTA-CANCIÓN

Con la sonrisa rota
De una pedrada
Escribo este poema
-no importa nada-.

Quien me tiró la piedra
-no escondió el arma-
Dijo que se aburría
De mi mirada.

Con la sonrisa rota
-cierzo es la brisa-
Por intentar robarte
A ti la prisa
Me quedé sin un céntimo
De mi sonrisa.

Con la sonrisa rota
De una pedrada
Perdí dientes de fe.
Tu desdentada.


Postdata:

Aún te echo de menos
-voy mejorando-;
Echarte de menos es menos
Que irte necesitando.



Nuestra poeta canta con dolorido desamor y resignada quietud en este poema incluido en la antología “Pecábamos cómo ángeles (Gloripoemas de amor)” (1997).
Gloria enamorada, enamorada Gloria. En su poesía el amor y la soledad parecen ir casi siempre cogidos de la mano, y uno y otro la empujan a escribir, a buscar un lugar donde refugiarse o darse libre; un lugar de poesía y verso donde quizás encontrar y encontrar y encontrarse.
Dando apertura a otra de sus obras y de título significativo: “Sola en la sala” Gloria en el siguiente poema revela a sus lectores (y no con discreta rabia) cuales son sus motivos para escribir, motivos acaecidos del amor recíproco, o más bien la ausencia del mismo:


CARTA EXPLICATORIA DE GLORIA

Queridos lectores:
Os pido excusas y excusados
Y os insinúo que me perdonéis
Por estas entregas diurnas
Que vengo entregándoos últimamente.

Más siento yo que vosotros
Que mis versos hayan salido a su puta madre;

Más siento yo que vosotros
Lo que me han dolido al salir,
Quiero decir, la causa por la que,
Me nacieron tan alicaídos y lechosos.

No soy pesimista,
Soy un manojo de venas desplegadas
Que apenas puede aguantar el temporal.

Me pagan y escribo,
Me pegan y escribo,
Me dejan de mirar y escribo,
Veo a la persona que más quiero con otra y escribo,
Sola en la sala, llevo siglos, y escribo,
Hago reír y escribo.

De pronto me quiere alguien y escribo.
Me viene la indiferencia y escribo.
Lo mismo me da todo y escribo.
Parece que me voy a morir y escribo.


Gloria fue una mujer de temperamento, una dulce tempestad apasionada, la cual debió sentirse muy sola, y no por ello se dejó llevar por la soledad. Ya en su primer poemario, “Isla ignorada” (1950) asegura de sí misma ser la isla que da nombre al poemario y a sus primeros versos, donde como isla ignorada se confiesa. Esa isla va recorriendo su obra hasta la vejez, donde dichos sentimiento y sensaciones permanecen, los cuales con el tiempo, y quizás por pura costumbre, o por el lustre y experiencia que da la vida, se convierten en una parte aceptada de sí y sus circunstancias. En su obra póstuma, “Es difícil ser feliz una tarde” (2005) escribe:

Amé. Volé. Volaba.
Amé volé a lo loco
A lo difícil
A rozar otras alas.
No aterricé, me caí.
No pasó nada
Pero me quedé coja de ala,
Impedida para seguir,
Mutilada.
Ahora, sola,
Piso tierra,
Piso playa,
Piso firme
Las baldosas de mi casa
Y es difícil que del suelo
Yo me caiga.
Ya no vuelo.

¡Qué bien se vive en soledad sin nadie!
Y qué mal se vive también así
Sin alguien!


GLORIA TENÍA SEXO... Y ERA UN ÁNGEL

Gloria Fuertes, como toda persona, tenía sexo y con este sentimientos y deseos, algunos resueltos y otros a medio, o para nada, a punto de resolver. Se especuló durante años sobre su sexualidad, aunque nunca pasaron de ser leves rumorcillos, a la sazón de la importante y respetadísima figura literaria que fue y sigue siendo y eso sin hablar de la alta valoración como persona que se le tenía en el ámbito literario.
Gloria es aún hoy poseedora de los laureles y altos reconocimientos dentro de la literatura infantil, y por ello, y muy probablemente a causa de ello, quedó su vida privada fuera de las tertulias y los corrillos de mala fe. Ella sabía cuan dañinos podían ser para su carrera ciertos aspectos de su intimidad, los cuales no podrían casar con el gusto de muchos padres, que eran los principales compradores de sus obras infantiles, por lo cual dejó lo más intimo de su ser tras tupidos velos, sobre los que, cierto es, sopló algún que otro leve chismorreo. ¿Y a qué se debía ese rumor?, pues claramente a la orientación sexual de la adalid del verso para niños. Gloria Fuertes era homosexual o bisexual. Nunca se casó, y tampoco se le conocen, de forma fidedigna, relaciones íntimas con hombre alguno, caso contrario resultan ser sus relaciones con mujeres, que sin ser públicas a día de hoy, ni falta que hace, sí que algunas de éstas han emergido a la luz, sin que por otra parte, importe mucho con quién dejaba, o no, de acostarse, como muy sensatamente afirmó Vicente Molina Foix en su artículo “Gloria y los santos inocentes” (ver anexo).
La importancia de su sexualidad con respecto a su obra poética para adultos, radica en el misterio en el que envolvió sus versos amorosos. Durante muchos años su poesía amatoria se caracterizó por una fuerte pasión, a la par recelosa y exultante, la cual nunca parecía tener destinatario concreto. No fue hasta muy entrados los años, cuando sus versos dejaron de forma más o menos explicita, los verdaderos objetos de la pasión de “Gloriana”, los cuales no portaban, y quizás nunca lo hicieron, nombre de varón.
Gloria, como una austera Emilly Dickinson, escribía fogosamente evitando nombres en los poemas más comprometedores, y eliminando pistas. Hoy es fácil pensar que muchos, o quizás la totalidad de sus versos, aparentemente dedicados a hombres, estén en realidad dedicados a mujeres. Para entender esta decisión, en una poeta ampliamente reconocida por su gran sinceridad al escribir, se han de tener en cuanta varios factores. En primer lugar, Gloria se crió y desarrolló en un tiempo y un país, el nuestro, donde la homosexualidad más que un tabú era un delito. Por otra parte, la mayoría de las mujeres de su generación se casaban a temprana edad, y la presión y el control familiar, de los padres primero y maridos después, era más grande que la existente hoy en día. Es comprensible la aptitud oscurantista de Gloria a la hora de escribir sus versos: fácil sería no comprometer a una amada, simplemente evitando dedicarle poemas concretos, o versos de sexualidad específica, pero lo que no le debió resultar tan eludible, era el compromiso que ella misma debería asumir tras cambiar el género de sus versos más ardientes, de masculino a femenino. Esto la habría puesto en el ojo de mira de la censura en aquella sociedad severa donde los homosexuales ni eran acogidos, ni respetados.
El segundo punto a tener en cuenta, es la particular religiosidad de nuestra poeta. Gloria nunca fue una mujer pro eclesiástica, sino más bien todo lo contrario, y su educación católica no le aportó buenos recuerdos, pese a todo, ella era creyente en una figura divina, casi podríamos decir que particular e intransferible, que sirvió de leitmotiv en buena parte de su obra. Aunque esta circunstancia, muy probablemente, no le sirvió de acicate a la hora de encubrir en los versos sus deseos amorosos, tampoco podemos descartar de forma tajante que dicha religiosidad no la influyera.
El tercer punto por el cual se ha de entender su decisión de eludir transparencias en su obra de carácter amoroso, se encuentra precisamente en su otra gran vocación, la literatura infantil. Como ya hemos visto, y había apuntado Molina Foix en su artículo “Gloria y los santos inocentes”, el hecho de que Gloria fuese un referente cultural para los niños de nuestro país, le imposibilitaba dar a conocer sus verdaderas inclinaciones sexuales, aún habiéndose asentado la democracia, ella fue siempre muy discreta.
En 1952 publica su primera obra infantil, “canciones para niños” y en 1968 obtiene una mención de honor en el premio Andersen de literatura infantil por su obra “Cangura para todo”, lo que la catapulta definitivamente dentro de este género. Durante la década de los años 70 y 80 su popularidad entre los niños se dispara, casi convirtiéndose en un totémico referente para los padres y maestros españoles. Por este motivo, y de forma precavida, Gloria se guardó de revelar ciertos aspectos de su intimidad, tanto en entrevistas como en sus propios versos para adultos. Primero se tuvo que guardar de las imposiciones sociales de la España franquista, y tras el año 1975, comenzada ya la democracia, hubo de seguir guardándose ante la posible incomprensión de los padres, que en propias palabras de la poetisa, “eran quienes compraban sus cuentos para niños” y por lo tanto, quienes la permitían vivir independientemente; sobra decir lo complicado que es en este país vivir de la poesía, prácticamente una entelequia.
La década de los noventa supuso un cambio para Gloria. Ya era un verdadero referente cultural, y una mujer con muchos años y experiencia a sus espaldas. En 1995 pública su última obra para adultos editada en vida: “Mujer de verso en Pecho”. Este poemario, quizás elaborado como un verdadero testamento, supone un ligero cambio a la hora de abordar sus deseos ocultos, sin que por ello, estos lleguen a ser evidentes, pero sí vislumbrables. En el poema “Letra bailable” escribe así. Me gustan las sevillanas
cuando bailan sevillanas,/se cogen de la cintura/¡qué gran orgía lesbiana/criatura! Y en el poema “A Jenny”, se puede leer:
Nadie le ayudó,
pero él se hizo mujer.
Cantar cantaba,
era la preferida de los hombres del night-club.
Me dijo:
-En toda mi vida
sólo he leído un libro,
el tuyo.
Entonces...
Le acaricié de verdad
sus pechos de mentira.

El 28 de noviembre de 1998 y con motivo de la triste desaparición de la poeta, Luís Antonio de Villena escribió en el diario El Mundo (ver anexos): “Fue una vanguardista ingenua, una mujer que, sin alharacas, defendió la heterodoxia de su amor (su amante norteamericana la llevó como profesora un tiempo a Estados Unidos)”. La amante referida por Luís Antonio de Villena era la directora del instituto internacional de la calle San Miguel, Philys Turnbull, que se “llevó” a la señorita Fuertes a los Estados Unidos a dar clases de literatura española durante tres años, y quien muy probablemente se esconda tras muchos de los apasionados versos que Gloria escribió en aquella época, quizás en aquellos que conforman “Que estás en la tierra” (1962) o aquellos otros de su poemario “Ni tiro, ni veneno, ni navaja”(1965), o el posterior y alabado “Poeta de guardia” (1968).
Gloria Fuertes era un ángel, porque era buena, muy buena persona, pero era un ángel con sexo...

“yo me acerqué y cantaba
-quería despertar a su alma
Y sólo su sexo despertaba-.”
(de “Incompletas figuras” ; “Isla ignorada” 1950)


CON MÁS GLORIA QUE PENA (A MODO DE CARTA)

Gloria no era una mujer conformista, luchaba las pedreas y contra las pedradas de la vida. Cierto es que su existir no siempre fue fácil, el de pocos lo es; hubo soledad, tristezas, injusticias a sus ojos insoportables, y pese a todo, nunca perdió el sentido del humor, el tesón de la gracia en una buena rima.
Si cabe destacar la obra poética de Gloria Fuertes, por su originalidad y firmeza, también debiéramos destacar su impronta optimista y comprometida como persona. No dudaba en echar una mano, en regalar un guante, en mantener una charla, en prestar un oído o una atención nunca mal sana, y lo digo por experiencia. Tuve la suerte de conocerla fugazmente, no mucho antes de que falleciera, y aunque fue breve, también fue intenso; intensamente vívidas las dos veces que la vi, con charlas de amor, poesía y amistad de por medio, pero esto, como diría Kipling, es otra historia, quizá otra “historia de Gloria”.
Que sirvan de recordatorio estos textos, y el homenaje para el que sirven, todo con el fin de reivindicar la figura humana y literaria de una mujer, que no sólo escribía para una clase de niños, también escribió para aquellos que se olvidaron, o se empeñan, en dejar de ser los niños que fueron. Los niños que olvidamos, o crecemos sin saber y sin sabernos. Gracias Gloria.
Atentamente suyo:

Simón Abraham Stevenson.


Y COMO MUESTRA UN BOTÓN O QUIZÁS UN RETAZO
(Breve antología cronológica)


De ISLA IGNORADA (1950)


ISLA IGNORADA

Soy cómo esa isla que ignorada
Late acunada por árboles jugosos
-en el centro de un mar
Que no me entiende,
Rodeada de NADA,
Sola solo-.
Hay aves en mi isla relucientes
y pintadas por ángeles pintores,
hay fieras que me miran dulcemente,
y venenosas flores.
Hay arroyos poetas
Y voces interiores
De volcanes dormidos.

Quizás haya algún tesoro
Muy dentro de mi entraña.
¡quién sabe si yo tengo
Diamante en mi montaña,
O tan sólo un pequeño pedazo de carbón!
Los árboles del bosque de mi isla
Sois vosotros, mis versos.
¡qué bien sonáis a veces
Si el gran músico viento
Os toca cuando viene del mar que me rodea!

* * *

A esa isla que soy, si alguien llega,
Que se encuentre con algo es mi deseo
-manantiales de versos encendidos
y cascadas de paz es lo que tengo-.
Un nombre que me sube por el alma
Y no quiere que llore sin secretos;
Y soy tierra feliz –que tengo el arte
De ser dichosa y pobre al mismo tiempo-.

Para mí es un placer ser ignorada,
Isla ignorada del océano eterno.
En el centro del mundo sin un libro,
SË TODO, porque vino un misionero
Y me dejó una cruz para la vida
-para la muerte me dejó un misterio-.


NO RIÑAS CON EL ALMA

No riñas con el alma, cuerpo,
Que el día que os separéis
Muero.
Y es muy pronto todavía:
Quiero vivir más eneros.
No riñas con el alma, cuerpo,
Y si te gustan los besos
Y a ella le gustan los versos,
¡Qué vamos a hacer! ¡Callaos!
Que si os separéis yo pierdo.


MOMENTOS
IX
La mujer es la arena de la playa,
Siempre quieta en su lugar,
El hombre es el que llega
-y se marcha,
Como el mar.


De POEMAS DEL SUBURBIO (1954)

NO PERDAMOS EL TIEMPO
Si el mar es infinito y tiene redes,
Si la música sale de la ola,
Si el alba es roja y el ocaso verde,
Si la selva es lujuria y la luna caricia,
Si la rosa se abre y perfuma la casa,
Si la niña se ríe y perfuma la vida,
Si el amor va y me besa y me deja temblando.
¿Qué importancia tiene todo esto,
Mientras haya en mi barrio una mesa sin patas,
Un niño sin zapatos o un contable tosiendo,
Un banquete de cáscaras,
Un concierto de perros,
Una opera de sarna...
Debemos inquietarnos por curar las simientes,
Por vendar corazones y escribir el poema
Que todos nos contagie.
Y crear esa frase que abrace todo el mundo,
Los poetas debiéramos arrancar las espadas,
Inventar más colores y escribir padrenuestros.
Ir dejando risas en las bocas del túnel,
Y no decir lo íntimo, sino cantar al corro,
No cantar a la luna, no cantar a la novia,
No escribir unas décimas, no fabricar sonetos.
Debemos, pues sabemos, gritar al poderoso,
Gritar eso que digo, que hay bastantes viviendo
Debajo de las latas con lo puesto y aullando,
Y madres que a sus hijos no peinan a diario,
Y padres que madrugan y no van al teatro.
Adornar al humilde poniéndole en el hombro nuestro verso,
Cantar al que no canta y ayudarle es lo sano.
Asediar usureros, y con rara paciencia convencerles sin asco.
Trillar en la labranza, bajar a alguna mina,
Ser buzo una semana, visitar los asilos,
Las cárceles, las ruinas, jugar con los párvulos,
Danzar en las leproserías.

Poetas, no perdamos el tiempo, trabajemos,
Que al corazón le llega poca sangre.


De ACONSEJO BEBER HILO (1954)

ESTOY MÁS BIEN MAL
Estoy más bien mal
Como pájaro en la mano de un niño,
Como pez en la playa,
Como huérfano en asilo.
Estoy mal sin amor.
Sin buen amor,
Porque cerveza tengo
Cuando lo quiera yo.


SI ME VOY

Si me voy,
ya he tenido amigos en los lagos
Y he sentido
Y sentido sentir un amor malo.
He tenido
los besos más grandes en mis brazos.
Y he sufrido
La muerte de un amor apagado.
En mis citas conmigo,
Más que la vida cruda,
Fumé hierbas extrañas,
Y al penetrar de noche en mi casa pagada,
Mi cuarto estaba lleno de cuadros mal colgados.


LO CONFIESO

Es triste, y porque es triste, lo confieso;
Aquí estoy yo y vengo voceando,
Buceando, mejor, entre la niebla;
Ahorcándome la voz entre los álamos.
Ganándome el sudor con este pan,
Ganándome la vida con las manos,
Ganándome el dolor con el placer,
Ganándome la envidia con el salmo.
Ganándome la muerte con la vida,
Voy consiguiendo todo con el llanto,
Que soy la mujer fuerte que se viste
Y medita mirando el calendario.
Es triste, y porque es triste, lo confieso,
Cuesta mucho vencerse, sin embargo,
Intenta dar un beso al enemigo,
Verás que sale luz de tu costado.


De TODO ASUSTA (1958)

PIENSO MESA Y DIGO SILLA
Pienso mesa y digo silla,
Compro pan y me lo dejo,
Lo que aprendo se me olvida,
Lo que pasa es que te quiero.
La trilla lo dice todo,
Y el mendigo en el alero,
El pez vuela por la sala,
El toro sopla en el ruedo.
Entre Santander y Asturias
Pasa un río, pasa un ciervo,
Pasa un rebaño de santas,
Pasa un peso.
Entre mi sangre y el llanto
Hay un puente muy pequeño,
Y por él no pasa nada,
Lo que pasa es que te quiero.


De POETA DE GUARDIA (1968)

CUANDO TE NOMBRAN
Cuando te nombran,
Me roban un poquito de tu nombre;
Parece mentira,
Que media docena de letras digan tanto.

Mi locura sería deshacer las murallas con tu nombre,
Iría pintando todas las paredes,
No quedaría un pozo
Sin que yo me asomara
Para decir tu nombre,
Ni montaña de piedra
Donde yo no gritara
Enseñándole al eco
Tus seis letras distintas.

Mi locura sería,
Enseñar a las aves a cantarlo,
Enseñar a los peces a beberlo,
Enseñar a los hombres que no hay nada,
Como volverse loco y repetir tu nombre.

Mi locura sería olvidarme de todo,
De las 22 letras restantes, de los números,
De los libros leídos, de los versos creados.
Saludar con tu nombre.
Pedir pan con tu nombre.
-siempre dice lo mismo –dirá a mi paso,
Y yo, tan orgullosa, tan feliz, tan campante.

Y me iré al otro mundo con tu nombre en la boca,
A todas las preguntas responderé tu nombre
-los jueces y los santos no van a entender nada-.
Dios me condenaría a decirlo sin parar para siempre.


VENECIA

La isla-cementerio
Está entre dos canales
-sería facilón llamarlos Ser, Noser...

Allí viven los muertos rodeados de nada
-digo de agua-
Porque agua no es nada si no se tiene sed.


EJERCICIO

Con lo uno
De Unamuno.
Con lo dos,
Del señor Dios.
Con los tres
De ir al revés.
Con lo cuatro
Del teatro.
Con los cinco
Como un brinco.
Con lo seis
Camino al bies.
Con lo siete
Vaya brete.
Con lo ocho
Conde pocho.
Con lo nueve
No se atreve.
Con lo diez
Sigo con sed.
Vaya vaya
Vaya tez
Vaya cara
Hay que tener
Para hacer
Lo que yo hago
Siendo cojita
De un píe.


De COMO ATAR LOS BIGOTES DEL TIGRE (1969)

GATO ESCALDADO
El gato, escaldado, del agua, huye;
así nosotros señores espectadores,
Huimos de cualquier bacanal.
No es que el dolor te cape,
Es que te copa,
Te capicúa,
Te hace igual al principio que al final;
Te quedas cómo un niño inofensivo, pero cruel y cobarde.

(Esto lo digo después de cuarenta y ocho años,
De navegación solitaria
En mi cuaderno de horas.)

LA TERMITA
Y los libros mal escritos
Los terminan los termitos,
Y la termita extermina
Extermina el manuscrito.
La termita es un bichito
Que favorece a la ciencia,
La termita y su experiencia,
La termita y su paciencia
Nos revela el laberinto
La termita y el termito,
Terminan con el conflicto
Se nos comen el panflito.

La termita ha terminado
El volumen titulado
“Tratado de lo tratado
De acabar con el idilio”,
La termita a terminado
Con el último bocado
Del funesto manuscrito.


De SOLA EN LA SALA (1973)

COLADA

Hay personas,
Que después de intentar lavarlas,
Más que tenderlas,
-en la cama-
Hay que colgarlas
De un árbol.


De HISTORIA DE GLORIA (1983)

EL PLANETA TIERRA

El planeta tierra
Debería llamarse planeta agua.
En la tierra hay más agua que cuerpo,
En el cuerpo hay más cuerpo que alma,
En la tierra hay más peces que aves,
En las aves más plumas que alas.

En el verso hay más sangre que tinta,
En la tinta hay más sombra que nada,
En la nada hay más algo que alga
Y ese algo se mueve y reluce
Y nace la palabra.



De MUJER DE VERSO EN PECHO (1995)

AUTOBIO

Nadie me quiso tanto
Como yo quise.
Siempre gané amando.

Soy medalla de oro
En saltos de ternura.

Nadie se enamoraba de mí
Como yo me enamoraba
Hasta enfermar
Hasta padecer
Hasta enloquecer.

-Alégrate Gloria, que te pasa lo que Dios,
Que siempre nos quiere más
Que lo que le queremos.



De PECABAMOS COMO ÁNGELES (Antología) (1997)

SILENCIO DE NIEVE
Ante postura amorosa,
Ante paciencia rebelde,
Silencio de nieve.
Ante mi entrega diurna,
Ante mi herida reciente,
Silencio de nieve.
Cuando grito la injusticia,
Silencio de nieve.
Cuando grito que te quiero,
Nadie me entiende.

Llamo al amor por su nombre,
Llamo a la puerta de enfrente;
No me importa que me queme,
Llamo a tu llama,
Silencio de nieve.

De ES DIFICIL SER FELIZ UNA TARDE (2005)

Siempre amamos menos
De lo que creemos



Para preguntar
Por los niños delgados de Etiopía
Por los niños delgados de Beirut.
Por los niños sin casa ni familia de Brasil
Por los niños heridos de Sarajevo
Por los niños con moscas de Ruanda
Por los hombres de Irak e Irán (y no volverán)
Por los desaparecidos de Argentina
Por los presos de todo el mundo
Por los parados de todo el mundo

Para preguntar por todos ellos
Llamé al cielo
Y una voz contestó:
-Dios está reunido
No puede ponerse.



ANEXO. ARTÍCULOS DE PRENSA


LUIS ANTONIO DE VILLENA

Contundente e ingenua
(El Mundo, 28 de noviembre de 1998)


Me temo que se repita mucho: Gloria Fuertes escribió para los niños y supo volvernos niños a todos. Gloria Fuertes era ingenua (lo era) y buena persona, y en los últimos años (porque iba estando viejita) la olvidamos un poco.
Nadie negará el lado infantil, comunicativo, fácil y gratamente parodiable de Gloria Fuertes, poeta de guardia. Pero Gloria fue mucho más y -a mi entender- eso que va a decirse menos es lo que no debe olvidarse. Gloria Fuertes fue una gran poeta en cuya voz (porque la tuvo, absolutamente inconfundible) se mezclaron el surrealismo que conoció en el postismo, la voluntad cotidiana y coloquial del realismo social y ese aire suyo, tierno e ingenuo, que mezcla el despropósito voluntario, la enumeración caótica y la paronomasia. Voz que definió muy bien Caballero Bonald: «Pocas veces unos poemas tan particularmente despojados de preocupaciones de estilo me han producido una más penetrante sensación de originalidad estilística». Y es que -pareciéndolo o no- había intención y estilo. No en balde, Gil de Biedma hizo una antología de Gloria Fuertes -Que estás en la tierra, 1962- en ese momento absolutamente inobjetable. Léase el poema Al borde, un clásico del

autobiografismo de Gloria: He estado al borde de la tuberculosis/ al borde de la cárcel/ al borde de la amistad/ al borde del arte/ al borde del suicidio (...).
No, Gloria Fuertes no fue sólo, ni mucho menos, infantilismo y ternura. Fue una vanguardista ingenua, una mujer que, sin alharacas, defendió la heterodoxia de su amor (su amante norteamericana la llevó como profesora un tiempo a Estados Unidos) y estuvo siempre del lado de los oprimidos y de los pobres, porque ella -chica de la guerra en un barrio madrileño- siempre fue pobre. En un tiempo tuvo, incluso, éxito social y los famosos del brillo la rodearon, pero ella volvió siempre a su realismo duro, juguetón e ingenuo. Supo hacer gran poesía -originalísima, Aconsejo beber hilo, Sola en la sala- y también supo hacer populismo poético, recitación, carantoñas, verso popular de veras: Fui la criada de mi casa propia./ Yo misma fui mi primera muñeca. Gloria facilona y divertida. Gloria trágica y sola. Gloria con hondura de voz, tabaco, vino (ni tiro, ni veneno, ni navaja) y un gran corazón, generoso, heterodoxo y tan caro o tan barato como el lector lo quiera. Grande, naïf, singular como pocos



VICENTE MOLINA FOIX
Gloria y los santos inocentes
(El País 8 de diciembre de 1998)


¿Es posible que un gay o una lesbiana se acerque a los niños sin tocarles ni mancharles? Mucha gente -y entre ellos muchos padres de familia- piensan que no. Dicen, dirían algunos, preguntados en las encuestas, que sí, pero profundamente piensan que no. La tentación de meter al homosexual en el saco de los pederastas psicópatas y agresivos es muy fuerte para la sociedad.¿Hay que explicarles en la escuela a los niños, al margen de las enseñanzas de vida sexual, que numerosos artistas que están leyendo o viendo en sus libros de texto eran homosexuales, y que ese particular deseo erótico cobra a menudo relevancia en su obra? También sospecho la respuesta mayoritaria a esta pregunta, aunque tengo delante un pequeño libro ejemplar, Luis Cernuda para niños (introducción y antología preparadas por Antonio José Domínguez), parte de una colección extensa que las Ediciones de la Torre llevan años publicando sobre poetas españoles y americanos. Después de sacar limpiamente el asunto a propósito de la auto-reconciliación que Cernuda sintió en un momento de su formación, debida en parte a la lectura de Gide, A. J. Domínguez escribe: "Para Cernuda, su homosexualidad no es sólo sinónimo de libertad, en contra de lo que afirma Octavio Paz, sino expresión de su reciedumbre y su valentía moral. Confesarse homosexual en un mundo regido por prohibiciones, normas y preceptos, desborda, en este caso, cualquier atisbo de provocación. Es una afirmación, un reto a la moral social". Del perfil biográfico no se omite la importancia que en la escritura de los impresionantes Poemas para un cuerpo tuvo el amor por un muchacho mexicano, ni faltan en la antología algunos de los poemas más contundentes y conflictivos del poeta sevillano. Cuando entrevisté a Gloria Fuertes para La edad de oro, la serie de retratos dialogados aparecidos semanalmente en el dominical de EL PAÍS y luego en forma de libro, la conversación fue sin tapujos. En su mejor poesía y en la intimidad, Gloria no los usaba. Puesto que había entre nosotros confianza hablamos de las cosas del corazón. "Sólo sé de poesía y de amor". La poeta tenía entonces 77 años. "A mi edad sigo amando, pero me freno. Ahora mismo hay alguien en mi vida". No conozco mejor obra de arte total que la ilusión amorosa de una persona vieja. Pero Gloria, como en sus grandes poemas, tenía el don de transformar la emoción en disparate, y el amor, sentimiento dislocado donde los haya, no escapaba a sus tratamientos de choque. Y así me contó, mientras yo tomaba notas a diestra y siniestra, que en cierta ocasión, al sufrir un desengaño, pensó seriamente en el suicidio. "Fui al metro decidida a matarme. Pero al ir a sacar el billete ligué, y en vez de tirarme al tren me tiré a la taquillera". Cuando me harté de reír, le pregunté: "¿Puedo contar esto, Gloria?". "No. Ahora no. Yo vivo de mis libros infantiles, y estas cosas podrían asustar a los padres, que son los que los compran". Naturalmente, respeté su deseo. Ahora que Gloria ha muerto y sus libros (esperemos que no sólo los infantiles pervivan, pues hay mucha maravilla en su obra adulta) seguirán poniendo rima a los sueños de sus pequeños lectores, podría ser un buen momento para plantear una hipótesis. A la niña que lee en su cuarto El dinosaurio y doña Flora, al niño a quien su padre le endilga La pulga Federica con la cucharada de los fideos, les importa un bledo con quién se va a la cama la autora de aquellos versos juguetones. El lector está en su derecho a disfrutar de la imaginación de un escritor sin tener que tragarse ni la cocina donde cuece él los productos ni sus costumbres de alcoba; del mismo modo que el artista no por el hecho de publicar ha de vender en pública subasta todo su espíritu, como temía Emily Dickinson. Pero qué dulce y reconfortante, qué prometedor de una vida óptima sería que la privacidad, que en sí misma ni mejora ni trasciende las obras de arte, tampoco fuese el territorio del forzado encubrimiento y los disimulos. En esa vida de sueño la encorbatada "mujer de verso en pecho", como gustaba de llamarse Gloria, quizá podría haber completado con naturalidad, sin recelo a los padres de los niños -y también sin por ello hacer una provocativa reivindicación sexual-, las iniciales de las "siete grandes personas amadas de mi vida" que en mi entrevista y en un poema suyo evocó. ¿Demasiado pedir o demasiado pronto? Me acuerdo de otros versos de Gloria Fuertes: "Sólo una vida es poco / para esto / de querer sin recompensa".



“GLORIGRAFÍA”
Selección bibliográfica


Isla ignorada.
Madrid: Ed. Musa Nueva. 1950
Madrid: Ediciones Torremozas, 1999

Antología y poemas del suburbio.
Caracas (Venezuela): Lírica Hispana, 1954

Aconsejo beber hilo.
Madrid: Arquero, 1954

Todo asusta.
Caracas (Venezuela):
Ed. Lírica Hispana, 1958

Que estás en la tierra.
Barcelona: Seix Barral, 1962

Ni tiro, ni veneno, ni navaja.
Barcelona: El Bardo, 1965

Poeta de guardia.
Barcelona: El Bardo, 1968
Barcelona: Lumen, 1990

Cómo atar los bigotes al tigre.
Barcelona: El Bardo, 1969
Madrid: Ediciones Torremozas, 2002

Antología poética (1950-1969),
prólogo y selección de Francisco Ynduraín
Barcelona: Plaza & Janés, 1970

Sola en la sala.
Zaragoza: Javalambre, 1973

Cuando amas aprendes geografía.
Málaga: Ed. Del Curso Superior de Filología, 1973

Obras incompletas.
Madrid: Cátedra, 1980

Historia de Gloria.
Introducción: Pablo González Rodas.
Madrid: Cátedra, 1983

Vida y poesía de Gloria Fuertes
José Luís Cano
Madrid: Ediciones Torremozas, 1991
Mujer de verso en pecho
prólogo de Francisco Nieva.
Madrid: Cátedra, 1995

Off de Map: Selected Poems by Gloria Fuertes.
Eds. y trads. Levine, P. Y Long. A. Middletown, Conn.: Wesleyan, UP, 1984

Pecábamos como ángeles.
Madrid: Ediciones Torremozas, 1997

Glorierías (Para que os enteréis).
Madrid: Ediciones Torremozas, 2001

Glorierías (La voz y la palabra de Gloria Fuertes).
Barcelona: Discoplay, 2001

Garra de la guerra
(Ilustrador: Sean Mackaoui)
Valencia: Ed. Media Vaca, 2002

Es difícil ser feliz una tarde
Madrid: Ediciones Torremozas, 2005

El Rastro
Madrid: Ediciones Torremozas, 2006

jueves, 27 de noviembre de 2008

GLORIA FUERTES Y UNA PROMESA


Hoy, hoy hace 10 años que falleció Gloria fuertes, y casi parece que fue ayer... tenía previsto para este día escribir algo, algo sobre su vida y su obra, llevaba varios días pensándolo, he tenido en las manos y he releído los recortes de prensa de aquel día de esa década atrás, he estado revisitando sus poemas, he organizado un mini homenaje en la librería, con un montón de niños alrededor, y bueno, ahora no sé que decir, pero me siento en la obligación moral de decir algo...

Quizás debería comentar únicamente mis sensaciones ante lo que ha sido el paso del tiempo sobre su efigie y su obra, especialmente la parte de su obra que no es “para los niños”, esa sensación que tengo, tan continuada, de que Gloria sigue siendo una especie de patito feo, (seguro que a ella este símil le haría gracia y supongo que le parecería apropiado) dentro de la poesía “culterana”; comentar mi sensación de que siguen los tópicos comiéndosela viva (y ahora supongo que muerta), que sigue siendo, en cierta forma, el gran bate de la poesía infantil en nuestras tierras, mientras permanece ninguneada, por buena parte de los estudiosos y defensores de la poesía más seria, Por que a muchos les parece que su poesía no estaba carga de seriedad... ¿su poesía sería?: Quizás no lo era tanto, mejor debería decir -su poesía más personal, melancólica y en algunas ocasiones, triste. ¡Pero que narices!, su poesía se asentaba en la seriedad, tan seria cómo la de cualquier otro poeta que sufriese y escribiese sinceramente sobre su dolor, cómo lo hizo ella.

Lo que verdaderamente la diferenciaba de muchos, de otros muchos, era su capacidad de mirar hacía delante, de no regodearse en la soledad, en la perdida, en la imagen subjetivizada del sufrimiento ajeno que, los que se atreven, pueden ver cada día a través de la ventana. Ella no solamente era de mirar por el cristal, ella era más bien de salir a patear las calles y los bares, de recorrer los pueblos, de meterse donde fuese para echar una mano, o escuchar, o entregar algún consuelo, allá donde lo pudieran necesitar Creo que ella era así, generosa, aunque sufriese.

Quizás debiera dejar aquí constancia de las alabanzas que han escrito algunos de los más reconocidos de nuestras letras: Villena, Cela, Gala, Umbral, Biedma, pero tampoco lo voy a hacer, al menos hoy. Prefiero, si acaso, hablar un poco de lo que fue y es para mí esta mujer de “verso en pecho” cómo ella misma se definió en uno de sus últimos poemarios.

Para hablar de su poder simbólico sobre mi vida, me he de remontar a la madrileña feria del libro de 1996, feria en la cual tuve la suerte de conocerla. La sensación que me produjo la primera vez que la vi fue extraña pero tremendamente grata, fue cómo conocer aun súper héroe: al mismismo Spiderman.

Por aquel entonces ya había leído su obra “adulta”, y estaba fascinado a mis 20 añitos con sus versos, que me parecían tan singulares, (cómo me lo siguen pareciendo hoy), pero su presencia, con esa voz suya, tan suya, no sé, era algo especial, tranquilizador, agradable, muy agradable... Ella ahí estaba, bebiendo algo que parecía té helado, y que yo sospeché whisky con agua. Nada referente a aquel baso le pregunté en la conversación que tuvimos. Más tarde, me enteré que el Bourbon lo bebía cómo si fuera el mismo té helado del que yo sospechaba... ella era así, y yo así de “sospechante”.

Y bueno, pues así me encontré con ella por primera vez,. Me recibió con cariño, casi cómo si me conociera de algo, y me firmó dos ejemplares de su “poeta de guardia”, uno para mí, y otro para la mujer que amaba. Aquel ejemplar firmado para la mujer en cuestión, se convirtió, gracias a Gloria, y al amor que a mi me brotaba, en un símbolo. Aquel libro durante los días siguientes, cada día en el almacén en el que trabajaba, fue transformándose en algo, un poco distinto, donde estaba gloria, donde estaba mi amor, y el amor de ella, sin que por el momento ella misma lo supiera.

A la semana siguiente de haber conocido a Gloria, y recién terminada la metamorfosis “librística”, volví a la feria, donde sabía que la señorita Fuertes volvía a firmar sus libros “adultos”. Ella me reconoció, y yo le enseñé el libro que ella misma había dedicado para una desconocida una semana antes. El libro le encantó, lo miró con detenimiento, pasó sus dedos, me hizo muchas preguntas, y al devolvérmelo, me dijo que debía querer mucho a esa mujer, y yo le dije que si. Le hablé de ella, la cual también admiraba su obra, tras esto me dijo que quería conocerla, y que estaría por la feria algún día más, en tal caseta, tal día, a tal hora. Después, le entregué unos poemas que le había escrito unos meses o semanas antes. Ella los leyó, y me dijo que escribiera más, y me llamó poeta... creo que fue la primera vez que alguien dijo algo así de mí, sin que hubiera mofa de por medio, o al menos que yo me lo creyese.

Buena parte de aquella tarde la pasé allí plantado, ante la caseta, los dos hablando relajadamente, y ante la mirada divertida de la responsable del puesto. Durante el largísimo rato, quizás un par de horas, que estuve allí, cual espigado poste telefónico, apenas se pasó nadie para comprar un libro de sus poemas para adultos. Sin embargo, cómo era de esperar, si que se acercaron algunos para que le firmase libros infantiles, y entre firma y firma, agradecimiento y agradecimiento, Gloria y yo seguíamos hablando, e intercambiando impresiones sobre poesía. Le pregunté sobre el significado de alguno de sus versos, y entre tanto charlamos sobre la vida, sobre el amor, y bueno, para mí fue verdaderamente gratificante, y espero que también lo fuera para ella.

Al final, ya cuando me sentía en mayor confianza, le interrogué al respeto del sospechoso té helado, que en esta segunda ocasión también le acompañaba, y ella, sonriéndose, lo defendió cómo un verdadero té, alegando que los médicos no la dejarían beber whisky.

Y yo, en el día de hoy, sigo sospechando y “sospechado”, ante la imagen de aquel supuesto té con cubitos flotando.

Y esto es todo, todo lo que puedo contar y todo lo que la memoria me concede. De aquellos dos encuentros quedaron sensaciones y dos libros con dedicatoria manuscrita. El mío sigue siendo una verdadera joya sentimental, el otro, se convirtió para mí en la más sincera representación de mi amor hecho papel. Es posible que nunca he regalado otra cosa semejante, quizás si algo más trabajoso o esforzado, pero creo que nunca antes ni después algo se elaboró en mis manos con tanta ilusión. Supongo que era lo propio a los 20 años. En realidad mi intervención en el libro fue fácil, pero aún me recuerdo muy emocionado haciéndolo, por quien lo había dedicado, y por quien lo iba a recibir.

No sé que ha sido de ese libro, supongo que estará en una estantería, espero que ese libro sea feliz, y haga feliz a alguien, ya sé que hizo felices a dos mujeres, y a mí mismo, allá por el estío del 96.

Han pasado 12 años de aquello, y 10 desde la perdida de Gloria. Han pasado 9 años y 364 días de la promesa que nos hiciéramos amorosamente mi amada y yo, y la cual nunca resolvimos. Han pasado algo así cómo cerca de dos años del intento frustrado por parte de ambos, en cumplir de una vez por todas la promesa insatisfecha. Creo ya ha llegado el momento de cumplir ese pacto, pero esta vez lo haré yo sólo, Gloria se lo merece, supongo que los tres nos lo merecemos, y tampoco hay muchas más posibilidades.


En los próximos días subiré poemas de Gloria y alguna otra cosa más.


miércoles, 9 de julio de 2008

Si, Sergio A... a muerto


Es extraño como de forma sorpresiva, sin previo aviso postal, sin augures que nos hagan compañía, sin nada por delante, ni por en medio, ni por detrás, así, como una manzana recién caída de su único-último-primer manzano , el de los abrazos que su fruto ha soltado sin más, así, sin voces ni grillos barítonos que lo puedan cantar, así, con la ropa de irte a la cama, con la ropa de irte a vivir a la esquina del cuarto oscuro de tu casa, así, sin ojeras inmigradas que nos recuerden lo mucho que nos falta soñar, así, de esa forma tan espeluznantemente sorpresiva, de esa manera igual a la mosca aplastada sobre el muslo cargadito de verano, así, puede morir alguien, puede morir y ha muerto Sergio A.... Algora

Ha muerto a los 39 años este gran poeta, no muy comprendido, no demasiado desconocido, no muy guapo, no muy rico, no muy alto, no muy de pelo liso, no muy de ninguna parte, no muy de ninguna casta, pero si muy vivo, hasta hoy, ayer...

Sergio Algora ha sido uno de los grandes de la música en este país, aunque a muchos les joda reconocerlo. fue junto a los componentes de su grupo, "el niño gusano", un verdadero oasis en mitad del erial que no sabía a casi nada, y de repente en el año 1995 sacan un alucinado disco con las letras más extrañas que se habían parido en esta piel de toro en muchos años, y que a mi entender, aún nadie ha superado. Surrealísmo aparentemente infantil, casi de cuento de hadas psicotizadas con xilófono, que me hizo mucha compañía durante aquellos años, melodías y estribillos que aún me hacen desear querer reventarme la cabeza contra las paredes de pura alegría, y esto, no lo consigue ya casi nadie ni casi nada. Luego en año 1996 el espectáculo continuó, con otro disco, si cabe más increíble que el primero, y luego otro, y después otro grupo encabezado por Sergio, y poemarios, y un libro de relatos ("a los hombres de buena voluntad"), que es verdaderamente sorprendete, de lo mejor que he leído en el genero, y entre tanto otro grupo casi tan fantástico como el primero... y bueno, al final Sergio a muerto, el artífice de tantas hermosas e inesperadas canciones, de versos y frases imaginativas, ese hombre de Zaragoza a muerto con 39 años, en la cama durmiendo, cómo los buenos... por que estoy convencido de que Sergio era así, bueno de corazón, por desgracia de corazón demasiado sensible, y esto además de ser un gran poeta y compositor. Si, Sergio debía ser una bella persona, y entonces me pregunto si no habría sido mejor que fuera un poco más cabrón, y tenerle algo más de tiempo por aquí, entre nosotros.

Sergio amaba la música, pero sobre todo amaba la literatura, la poesía, y de hecho su música a disfrutado ampliamente de ese gusto suyo; suerte para nuestros oídos.

Quiero cerrar este mi pequeño homenaje con una un estribillo suyo, quizás no el mejor, pero el cual me dice mucho: "no pesa más de un gramo todo lo que amo"... y podría haber elegido tantos, pero me quedo con este.
Pues nada Sergio, ve en paz allá donde estés, tú que eras un hombre de buena voluntad, vuela con el murciélago a ninguna parte, con tu parte más sabrosa. Sergio, pon tu mente al sol...

Ciao, y vuelve pronto en la forma que tú quieras.

P.D: no me resisto:

"Oh ciempiés, hazme un sitio entre tus pies
te cuidaré y te pondré un zapato en cada pié.
Oh ciempiés, anillo a anillo un carrusel.
soy siamés unido a ti cómo si fuera una pulga feliz.
ya no hay nada que celebrar.

Oh jabón si pudiera viajar contigo por la piel
de quien sé que no me puede ni ver
ya no hay nada que celebrar.
Oh jabón en cada por en donde te paras
a descansar, a perfumar donde mis manos nunca llegarán."

P.P.D: no creas que me agrada tener que haber escrito sobre ti, en un sitio cómo este, en el que sólo hago referencia a los muertos con los que de seguro aún no merecías encontrarte bajo su abrigo. Lo siento...

Sergio a

viernes, 18 de abril de 2008

Willian B. Yeats, Carlitos el poeta y Keats...


Hoy, para celebrar la preciosa noche que me ha regalado mi amigo carlitos el poeta, en el salón de mi casa, con lecturas de maravillosos poemas ajenos, y tras ver una de mis películas preferidas, "La última carta" (84 Charing cross road), he decidido volver a este redil que tengo tan abandonado, y colgar aquí, el maravilloso poema recitado en la película, obra de ese gran irlandés que fue Willian B. Yeats. Creo que si algún día se me hunde bajo tierra, si es que las alimañas o el crematorio no me devoran, creo que si tuviera que dejarme inerte en una caja de pino, con lapida incluida, creo que si fuera así, me gustaría, que en dicha lapida se incluyera este poema, desde hace muchos, muchos años, uno de mis preferidos, quizás el que más me gusta de todos los leídos, el que más me ha gustado desde siempre:

"Si tuviera los mantos bordados del cielo,
Tejidos del oro y la plata de la luz.
Los mantos azules, oscuros y negros del cielo,
De la noche de la luz y de la media luz,
Desplegaría los mantos bajo tus pies,
Pero siendo pobre no tengo más que mis sueños.
He desplegado mis sueños bajo tus pies.
Pisa suavemente, porque pisas mis sueños."

....No creo que haya que considerar a este poema como un racimo de versos tristes, no lo son, es un poema tierno, sí; es sincero, romantico, nocturno, quizás un poco patetico, pero es hermoso, verdaderamnte hermoso, y nada hermoso, sea cual sea el canón o naturaleza con la que queramos medir o comparar dicha hermosura, nada que sea verdadera e intimamente hermoso, nada que brille ante nosostros, por leve e incomprensible que sea para los otros ese resplandor, nada que sea bello, es triste.
Creo que hasta en la tristeza, por poca belleza que esta albergue, se puede convertirla la tristeza en una pequeña alegría o satisfacción... y ahora me acuerdo de Keats, diciendo aquello de la verdad que es belleza, y la belleza que es verdad...Ciao.

miércoles, 27 de febrero de 2008

Pasaba por aquí, como diría Aute....

Hoy pasaba por aquí corriendo, y me he dicho a mí mismo ¡anda la pucha, si hace mucho que no escribo en el blog!, y he venido a escribir este pensamiento... Para que no digan por ahí que tengo mucho morro... ciao.

P.D: Hoy, día de cobro, como era de esperar, me he comprado unos librines... ¡ay, los libros, qué amigos más simpáticos!

sábado, 19 de enero de 2008

El insomnio de un romano

Hace mucho que no escribo aquí, bueno en general hace mucho que no escribo, pero aquí estoy de nuevo. Tras pasar unas navidades, a mi entender bastante infernales, y tras reponerme un poco de algunas decepciones, pues aquí ando, muy grecolatino, es más, diría que todo mi ser está en un plan muy antiguo, ya que el rabillo del ojo se me está escapando a otras latitudes precristianas, y a otras geografías más sumerias, más acadias, más etruscas, pero de estas latitudes hablaré otro día. Hoy quería, aprovechando mi ligero desvelo, colgar aquí un poemillas de un romano, de esos de los que nunca había oído hablar (mi ignoracia, que sigue haciendo de las suyas, y lo que me queda...). El caballero en cuestión se llamaba Papinio Estacio (el papito "estaci", para los amigos), el caso es que este buen hombre, que vivió en el siglo primero después de "jesuscriste",y que era hijo de un profe de retorica y poesía napolitano, escribió, entre otras cosas, un conjunto de poemas, las "silvas", de las cuales voy a trascribir aquí una que me ha encantado, y que meritoriamente resulta ser la más famosa (¡y yo que creía haber descubierto América!):

El sueño

"¿Qué falta o qué delito he cometido, dulce sueño, el más tranquilo de los dioses, para haberme privado de tus dones? Los rebaños, las aves y las fieras van callándose todos, las copas de los árboles simulan que se vencen por el sueño fatigadas, las aguas de los ríos impetuosos no suenan tan ruidosas, las ondas de los mares no se ven encrespadas y en brazos de las tierras los océanos descansan. Es la séptima vez que Febe vuelve y contempla mis mejillas pálidas; las luces del Eta y de Pafos me han mirado también siete veces, y otras tantas la esposa de Titono ha pasado al lado de mi llanto y sobre mí ha dejado caer, compasiva, el helado rocío de su vara. ¿Cómo podré aguantarlo? Ni aún teniendo mil ojos, como el sagrado Argos, aquel que sólo abría la mitad en su guardia y nunca le ocurrió velar con todos ellos. Pero , ¡ay de mí!, si alguien ahora, oh sueño, con una larga noche por delante no te necesitara por estar estrechando en sus brazos a una linda muchacha, ven inmediatamente de allí: no te obligo a infundir en mis ojos el enorme poder de tus alas (a gentes más felices les dejo esa plegaria), basta con que me roces con la punta de tu varita mágica o con que pases apenas suspendidas en el aire tus plantas."

Bueno pues nada, un poemilla más, que siempre faltan. Ciao.